El Líder Histórico de la Revolución Cubana cumple hoy 94 años. Su ausencia física no ha minimizado la grandeza de su obra, esa que merece toda nuestra gratitud para quien condujo la transformación de Cuba en baluarte internacional de dignidad, firmeza, solidaridad, internacionalismo y capacidad para encarar con éxito los más adversos desafíos internos y externos, a partir de la decisiva y consciente participación política, económica y social de su heroico pueblo.
Quizás porque el verdor, la caña y los naranjales de Birán fueron su entorno natural desde la cuna, probablemente porque comprendió mejor que nadie el dolor del campesinado cubano en la república neocolonial y el cacicazgo de las transnacionales estadounidenses en las tierras más fértiles de Cuba, a lo mejor porque la Sierra fue el escenario seguro de su lucha y el campesino empobrecido su mejor aliado, seguramente porque sabía lo que significaba la agricultura para un país como el nuestro, la obra revolucionaria de Fidel Castro está entrañablemente vinculada al desarrollo del campo cubano y de la agricultura. A sus aportes Cuba debe hoy una agricultura más propia, más sostenible, con sistemas agroenergéticos y agroecológicos que son capaces de utilizar con más eficiencia los recursos del entorno.
Su interés por acercar la ciencia a la producción, el necesario control biológico de los cultivos, el vinculo ilimitado, la integración que logró Fidel al diseñar una agricultura sostenible no tiene límites. Cada vez que se analiza el pensamiento de Fidel con la ciencia nos damos cuenta de cuánto falta por hacer. El compromiso con Fidel es de no descansar y ser insatisfechos. Hay que cumplir con las demandas del pueblo y por eso no se puede dormir tranquilo.
Las actuales condiciones que nos impone hoy la crisis económica y sanitaria, que supone la COVID, así lo visualizan. Su legado se hace claramente palpable: la necesidad vital de sustituir importaciones, producir alimentos, aporte de los pastos y recursos forrajeros propios, que no compitan con el alimento humano, la disciplina del pueblo y cumplimiento de lo orientado.
Con su magnetismo personal de líder cubano y su visión futura, Fidel concibió las decisiones políticas a partir de posiciones de principios y de valores morales no negociables, con sentido del momento histórico y encomiable objetividad. Por tanto, abordar la labor de la Revolución Cubana es similar a reconocer el papel decisivo jugado por Fidel Castro Ruz como inspirador, arquitecto, conductor, ejecutor y actor clave de todas las acciones de alcance internacional desarrolladas por Cuba, implica comprender la importancia de los valores morales y los principios éticos en cada una de nuestras actuaciones.
Gritemos a viva voz: Felicidades Fidel.
#FidelporSiempre #CubaporlaSalud